En la actualidad, el modelo de suscripción está arrasando con los negocios digitales, transformado por completo la manera en la consumimos productos y servicios. Desde plataformas de streaming hasta productos físicos y servicios como Microsoft Office 365 o productos de belleza suscritos mensualmente, este modelo ya no es algo nuevo, sino que se ha vuelto una parte común de nuestra vida diaria. De hecho, lo más probable es que muchos de ustedes estén suscritos a multitud de plataformas de este tipo, ya sea Netflix, HBO, Spotify… donde a cambio de un pago recurrente, se podrá acceder a multitud de contenido disponible.
Este modelo permite a las empresas asegurar ingresos constantes, lo que les da estabilidad, mientras que los consumidores pueden saber de antemano lo que van a pagar cada mes. Sin embargo, este modelo presenta un desafío clave: la retención de clientes, ya que las empresas deben desarrollar estrategias para evitar que los usuarios se den de baja, ya que la competencia es cada vez mayor y las preferencias de los consumidores pueden cambiar rápidamente.
En este ensayo trataré de analizar cómo las suscripciones están cambiando la economía global. ¿Será este modelo realmente sostenible a largo plazo?
Aunque cada vez más personas se suscriben a plataformas de streaming, especialmente a Netflix, este servicio ha incrementado sus cuotas de manera continua. Esto podría parecer contraproducente, pero no lo es. A pesar de la reacción negativa por el aumento de precios y la prohibición de las cuentas compartidas (una medida que no les gustó nada a los usuarios), esto no ha afectado gravemente las finanzas de Netflix. Aunque muchos usuarios amenazaron con darse de baja, la empresa ya había planificado estos cambios desde 2022, buscando asegurar ingresos estables a largo plazo.
Esto me lleva a la siguiente cuestión, a pesar de las subidas de precios, un informe revela que el 33% de los españoles pretenden seguir contratando más servicios de suscripción el próximo año, mostrando así como el modelo continúa creciendo. De hecho las estadísticas muestran cómo el 73% de los españoles tiene al menos una suscripción activa, y solo el 32% considera una subida de precios una razón para dejar una plataforma, lo que demuestra que el interés por las suscripciones sigue intacto. Este fenómeno refleja la fortaleza del modelo, pero también plantea la pregunta de si esta tendencia será sostenible a largo plazo, especialmente si los precios siguen aumentando. A medida que más usuarios se suman a plataformas de streaming y otros servicios, el desafío será encontrar un equilibrio entre precios accesibles y calidad de contenido para mantener a los usuarios comprometidos.
Todo ello me lleva a afirmar que al igual que existen precios psicológicos que afectan a las decisiones de compra de los consumidores, ( donde por ejemplo, un precio de 1,99 no suena igual que 2 euros), los modelos de suscripción no se quedan atrás y también juegan con la psicología del consumidor. La idea de pagar un coste mensual bajo, puede llevar a las personas a acumular gastos sin darse cuenta, lo que se conoce como el efecto del “coste hundido”. Esto ocurre cuando, después de haber pagado varias cuotas, los usuarios se sienten atrapados y prefieren seguir pagando aunque ya no usen el servicio, ya que piensan que si dejaran de pagar, perderían más.
Me atrevería a afirmar que los modelos de suscripción han llegado para quedarse. Sin embargo, a pesar de las ventajas que ofrece tanto para las empresas como para los consumidores, su sostenibilidad a largo plazo está en duda. La constante subida de precios, además de la creciente competencia, pone en duda la lealtad de sus usuarios. ¿Y qué sería de todas estas plataformas sin la existencia de personas que pagaran por ellas?
En mi opinión, el verdadero reto no es sólo retener a estos usuarios para que no se den de baja sino más bien evitar que el modelo se sature y que los usuarios se cansen de tantas suscripciones. El futuro de las suscripciones dependerá de su capacidad para adaptarse a un mercado cada vez más exigente.
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